Triunfal corrida sinfónica, Joselito Adame cortó 3 orejas, Silveti hizo recordar al rey David.
Colaboración Óscar Tapia Campos / Fotos: Alejandro Nápoles
El juez dadivoso y el público de dulce no demeritaron en lo más mínimo el éxito de la corrida sinfónica de los 4 Ases, porque los toreros estuvieron muy por encima del mal encierro de Bernaldo de Quirós, Ad Libitum hizo escuchar en efluvio de sonoridades musicales exquisitas, prácticamente se llenó el aforo del Palacio del Arte (lo que asegura una muy jugosa donación para AMANC MICHOACÁN) y las 5 orejas otorgadas hablan de éxito rotundo, lo que encuentra todavía más acentos en el hecho de que el público salió toreando de la plaza.
Joselito Adame dejó constancia de su grandeza torera, se mostró como gran maestro del Arte de Cúchares, validó con creces su ya largo y rico historial y se alzó como el máximo triunfador del evento organizado por la Fundación Ángeles Taurinos. Al primero le tumbó una oreja y, del segundo, el juez le concedió benevolentemente las dos peludas a pesar de una estocada defectuosa. Total, que el hidrocálido cortó tres orejas, por lo que Salió en los hombros del matador Juan Chávez, su gran amigo de la infancia, habida cuenta que con Hilda Tenorio formaron el gran trío mexicano de Niños Toreros.
Octavio García “El Payo” no tocó pelo, pero vaya que dejó ver el buen toreo de sus grandes ocasiones. Ante el segundo de la tarde estuvo mandón y pausado, con un trasteo variado y proyección hacia los tendidos, concluyó con estocada tendida, pero de efectos mortales; el público dejó ver su dulzura por segunda vez al insistir en premiarlo con una oreja, sin embargo, el juez acertadamente se mantuvo firme; vuelta al ruedo con mucha fuerza. Con el sexto de la tarde, El Payo volvió a verse diverso y dueño de situación y circunstancia, nuevamente conectó en los tendidos por sus buenas maneras y hechuras, pero se puso muy pesado con la toledana. Ovación.
Diego Silveti brilló intensamente, sobre todo en su primera faena, porque se mostró tan artista y con tanto sentimiento que hizo recordar al Rey David, su señor padre, y para no negar la cruz de su parroquia perdió con el acero los trofeos que tenía ganados con el capote y la muleta. Ante el segundo de su lote mostró otro rostro taurino, porque se enseñoreó con muletazos largos y hondos, con pases de aquí hasta allá, con un trasteo aseado e imantado. Mató de estocada recibiendo y corto una merecida oreja.
Luis David Adame bailó con la más fea y con la más bonita. El cuarto del encierro resultó un toro infumable de Bernaldo de Quirós, eso es que no traía nada para ofrecer, nada para sacarle, nada de nada, un auténtico matalote; el aquicalitense le insistió, le buscó la cuadratura al círculo, pero no había cuadro ni rueda en ese toro. El octavo fue el mejor burel de la corrida, solo que no era de Bernaldo de Quirós, sino de Autrique, torazo bravo y con recorrido que Luis David supo aprovechar, por eso luego de estocada en buen sitio recibió una oreja en premio.
En lo musical aquello fue un verdadero agasajo, porque lo mismo escuchamos obras de los grandes maestros como Caballería Rusticana y el Concierto de Aranjuez, que los pasos dobles tradicionales de cada corrida, Juan Colorado, Caminos de Guanajuato, Pelea de Gallos o El Rey, de José Alfredo Jiménez, cantado por la multitud a todo pulmón.
En suma, la corrida sinfónica de los 4 Ases cumplió con las grandes expectativas y hubiese sido mejor si los 7 toros de Bernaldo de Quirós no hubiesen sido tan débiles de remos. Así y todo, lo mucho bueno que ofreció el evento hace desear que se repitan eventos de esa envergadura. Así sea.
