Sujetos que no soportaron su felicidad

Boris González Ceja/Somos Nuestra Memoria
Hija de buena familia y cuidadosamente educada, no pudo frenar su ansia de vivir,
y, adolescente aún, se escapó de su casa, llevando una vida aventurera, hasta
andar con un artista, que, reconociendo su encanto femenino, observó el fondo de
delicadeza en aquella mujer.
La adoptó en su casa y logró en ella una fiel compañera, a la cual sólo la
rehabilitación social parecía faltar para ser plenamente dichosa. Como toda
historia de amor, soñar con el sueño perpetuo forjó un drama.
Al cabo de largos años de vida consiguió el artista que su familia se decidiera a
tratar amistosamente a su mujer, y estaba dispuesto a legalizar su situación,
haciéndola su esposa. Más precisamente, en este momento comenzó ella a
cambiar.
Descuidó el gobierno de la casa, de la cual iba ya a ser legalmente ama y señora;
apartó a su marido de toda relación social, mostrándose de pronto insensatamente
celosa, como sucede con mujeres inseguras; obstaculizó la labor artística de su
pareja, y no tardó en caer en una incurable perturbación mental: fracasó por su
éxito.
Casos como está paciente de Freud son muy comunes en los consultorios, que
fracasan al triunfar al cumplirse su deseo, donde se anula el disfrute del éxito
logrado. Y aunque la naturaleza del deseo es que se extingue, y con él la flama
que lo provoca, no reconocer los éxitos y no capitalizarlos es muy de la cultura
latina, que siempre quiere más. Aún sin reconocer donde se encuentran parados,
aún en el fracaso que la terquedad nos da.
En la actualidad se hace cada día más vigente el tango Cambalache: Todo es
igual, nada es mejor/¡Lo mismo un burro que un gran profesor!/No hay aplazaos,
qué va a haber, ni escalafón/Los inmorales nos han igualao/Si uno vive en la
impostura/Y otro afana en su ambición/Da lo mismo que sea cura, colchonero, rey
de bastos/Caradura o polizón. Y así se reproducen en el amor y en la política, que
al fin de cuentas se soportan ambos con la misma energía.
Algunas parejas pueden vivir en la más alta esfera de la vida económica o social, y
en tan corto tiempo -como en el Macbeth freudiano- hacen del ambicioso indeciso
un furioso desenfrenado y de la instigadora, fuerte como el acero, una enferma
destrozada por los remordimientos, como en los grandes casos, donde el
sentimiento de culpabilidad hace su obra.
Una de las causas del fracaso de las personas que han conseguido el triunfo es
un sentimiento profundo de culpa, pero también crímenes que quedaron ocultos, o
casos de eventos sexuales donde la vergüenza ha dominado el inconsciente de la
persona. Eventos muy penosos en la vida se quedan en el punto más obscuro de
la memoria, y regresan sin cesar, muchas veces en momentos cruciales, sobre
todo donde no hay educación en valores vinculantes, cosa que mucha gente no
sabe ni que significa.
El fracaso en realidad se trata de una tragedia que, como es su naturaleza, son
vivencias ideales, momentos felices y actos humanos llenos de bondad y amor,
que de un momento a otro, por causas que pudiéramos pensar del destino, pero
en la realidad son construcciones humanas llevadas al paso, se convierten en una
pesadilla.
Ahora sabemos, después del año 1916, cuando Freud nos daba acceso a esta
información, que son las fuerzas de la conciencia que hacen enfermar a ciertos
sujetos a causa del éxito, del mismo modo que la generalidad enferma a causa de
la privación, que ese problema no se halla íntimamente enlazada al complejo de
Edipo, a la relación del individuo con su padre y su madre, como acaso, también
en general, nuestro sentimiento de la culpabilidad; sino lo determinante son los
acontecimientos significantes con los que andamos, con perdón, amor y odio
oculto.
Hay personas que enferman al triunfar, como algunos políticos que nunca han
hecho nada del erario más que robar y engañar.
Los que fracasan al triunfar tienen un sentido vital profundo, y desorientados por
sucesos muy fuertes en su vida, se han desviado. Lo podemos constatar con
divorcios, dinero y el azar.
La última palabra la tienen las personas, con sus dudas, inquietudes y lecturas
sobre lo que digo en esta columna, hecha con pensamientos de personas reales,
sobre sus vivencias íntimas.
Causas y azares…
Las protestas en hospitales del IMSS Bienestar son un síntoma de la
corrupción imperante, donde se tienen subrogadas computadoras,
farmacias, y un largo etcétera.
Nombrar a Hugo López-Gatell como representante de México en la OMS es
como nombrar a la tortilla quemada como digna representante de los
tortilleros del país. Vaya nivel de la política ramplona.
La droga zombi, una mezcla de fentanilo con heroína, se encuentra
presente en las calles mexicanas como nunca antes. ¿Y la política de salud
mental? Bien gracias, con la ineptitud como programa de gobierno,
improvisando y engañando.
Hasta la próxima, que al cabo de los años he observado que la belleza, como la
felicidad, es frecuente.
Conoce más en: https://linktr.ee/psicologiaparati
Las opiniones vertidas en este espacio, son responsabilidad de quien las firma, y no corresponde a la postura editorial de moreliamix.com
Hija de buena familia y cuidadosamente educada, no pudo frenar su ansia de vivir,
y, adolescente aún, se escapó de su casa, llevando una vida aventurera, hasta
andar con un artista, que, reconociendo su encanto femenino, observó el fondo de
delicadeza en aquella mujer.
La adoptó en su casa y logró en ella una fiel compañera, a la cual sólo la
rehabilitación social parecía faltar para ser plenamente dichosa. Como toda
historia de amor, soñar con el sueño perpetuo forjó un drama.
Al cabo de largos años de vida consiguió el artista que su familia se decidiera a
tratar amistosamente a su mujer, y estaba dispuesto a legalizar su situación,
haciéndola su esposa. Más precisamente, en este momento comenzó ella a
cambiar.
Descuidó el gobierno de la casa, de la cual iba ya a ser legalmente ama y señora;
apartó a su marido de toda relación social, mostrándose de pronto insensatamente
celosa, como sucede con mujeres inseguras; obstaculizó la labor artística de su
pareja, y no tardó en caer en una incurable perturbación mental: fracasó por su
éxito.
Casos como está paciente de Freud son muy comunes en los consultorios, que
fracasan al triunfar al cumplirse su deseo, donde se anula el disfrute del éxito
logrado. Y aunque la naturaleza del deseo es que se extingue, y con él la flama
que lo provoca, no reconocer los éxitos y no capitalizarlos es muy de la cultura
latina, que siempre quiere más. Aún sin reconocer donde se encuentran parados,
aún en el fracaso que la terquedad nos da.
En la actualidad se hace cada día más vigente el tango Cambalache: Todo es
igual, nada es mejor/¡Lo mismo un burro que un gran profesor!/No hay aplazaos,
qué va a haber, ni escalafón/Los inmorales nos han igualao/Si uno vive en la
impostura/Y otro afana en su ambición/Da lo mismo que sea cura, colchonero, rey
de bastos/Caradura o polizón. Y así se reproducen en el amor y en la política, que
al fin de cuentas se soportan ambos con la misma energía.
Algunas parejas pueden vivir en la más alta esfera de la vida económica o social, y
en tan corto tiempo -como en el Macbeth freudiano- hacen del ambicioso indeciso
un furioso desenfrenado y de la instigadora, fuerte como el acero, una enferma
destrozada por los remordimientos, como en los grandes casos, donde el
sentimiento de culpabilidad hace su obra.
Una de las causas del fracaso de las personas que han conseguido el triunfo es
un sentimiento profundo de culpa, pero también crímenes que quedaron ocultos, o
casos de eventos sexuales donde la vergüenza ha dominado el inconsciente de la
persona. Eventos muy penosos en la vida se quedan en el punto más obscuro de
la memoria, y regresan sin cesar, muchas veces en momentos cruciales, sobre
todo donde no hay educación en valores vinculantes, cosa que mucha gente no
sabe ni que significa.
El fracaso en realidad se trata de una tragedia que, como es su naturaleza, son
vivencias ideales, momentos felices y actos humanos llenos de bondad y amor,
que de un momento a otro, por causas que pudiéramos pensar del destino, pero
en la realidad son construcciones humanas llevadas al paso, se convierten en una
pesadilla.
Ahora sabemos, después del año 1916, cuando Freud nos daba acceso a esta
información, que son las fuerzas de la conciencia que hacen enfermar a ciertos
sujetos a causa del éxito, del mismo modo que la generalidad enferma a causa de
la privación, que ese problema no se halla íntimamente enlazada al complejo de
Edipo, a la relación del individuo con su padre y su madre, como acaso, también
en general, nuestro sentimiento de la culpabilidad; sino lo determinante son los
acontecimientos significantes con los que andamos, con perdón, amor y odio
oculto.
Hay personas que enferman al triunfar, como algunos políticos que nunca han
hecho nada del erario más que robar y engañar.
Los que fracasan al triunfar tienen un sentido vital profundo, y desorientados por
sucesos muy fuertes en su vida, se han desviado. Lo podemos constatar con
divorcios, dinero y el azar.
La última palabra la tienen las personas, con sus dudas, inquietudes y lecturas
sobre lo que digo en esta columna, hecha con pensamientos de personas reales,
sobre sus vivencias íntimas.
Causas y azares…
Las protestas en hospitales del IMSS Bienestar son un síntoma de la
corrupción imperante, donde se tienen subrogadas computadoras,
farmacias, y un largo etcétera.
Nombrar a Hugo López-Gatell como representante de México en la OMS es
como nombrar a la tortilla quemada como digna representante de los
tortilleros del país. Vaya nivel de la política ramplona.
La droga zombi, una mezcla de fentanilo con heroína, se encuentra
presente en las calles mexicanas como nunca antes. ¿Y la política de salud
mental? Bien gracias, con la ineptitud como programa de gobierno,
improvisando y engañando.
Hasta la próxima, que al cabo de los años he observado que la belleza, como la
felicidad, es frecuente.
Conoce más en: https://linktr.ee/psicologiaparati
Las opiniones vertidas en este espacio, son responsabilidad de quien las firma, y no corresponde a la postura editorial de moreliamix.com