Michoacán en nivel 4 de riesgo: EE.UU. lo incluye entre estados con presencia de “terrorismo” criminal

Fernando Alvarez del Castillo
El espectáculo político de la semana no fue el traslado de 26 presuntos criminales a Estados Unidos; fue la manera en que se presentó como una “victoria compartida” entre los gobiernos EE.UU. y México.
Los extraditados son figuras que en su momento marcaron con desapariciones, secuestros, extorsiones, lavado de dinero, y asesinatos, una historia oscura que ha seguido causando serios problemas a los gobiernos estatales, los municipios, y a sus respectivas secretarias de seguridad públicas. Largas listas de casos sin resolver en la historia criminal reciente.
Los nombres con más peso que suenan en este cooperación binacional son: Juan Carlos Félix Castelum, El Chavo Félix; Servando Gómez Martínez, La Tuta; y Pablo Edwin Huerta Nuño, El Flaquito. Criminales que entintaron de rojo la tranquilidad de los mexicanos.
La Fiscal General de EE.UU., Pamela Bondi, aprovechó la ocasión para agradecer “la valiente cooperación” mexicana, mientras la Embajada estadounidense en nuestro país elevaba el operativo al nivel de “hito histórico”. Sin embargo, lo que no se subrayó con la misma intensidad fue que, en paralelo, el Departamento de Estado de EE.UU. actualizó su alerta de viaje e introdujo por primera vez el concepto de “violencia terrorista” en referencia a México.
En este nuevo aviso, Washington pide a sus ciudadanos evitar viajar a estados como Michoacán, Sinaloa, Tamaulipas, Zacatecas, Colima y Guerrero, colocándolos en el nivel 4 de riesgo, que es el más alto, bajo la justificación de la presencia de grupos criminales considerados ahora como organizaciones terroristas.
¿Michoacán se ve afectado por esta designación?
El discurso local es otro, aquí se habla de visitar los municipios, presenciar sus tradiciones y gastronomía, si bien los índices delictivos en la entidad se mantienen a la baja, existe el riesgo considerable que turistas venidos de EE.UU, decidan visitar otras entidades con menos riesgos, el arribo de visitantes a Michoacán aumenta en estas fechas, pero los ciudadanos estadounidenses, últimamente hacen caso de las recomendaciones de sus gobiernos, según una encuesta.
La mención de los cárteles a esa categoría, es una llave legal que habilita a Estados Unidos a actuar militarmente fuera de sus fronteras con el argumento de proteger su seguridad nacional. Y la experiencia internacional muestra que, una vez abierta esa puerta, no hay vuelta atrás.
La cooperación contra el crimen organizado es necesaria, nadie lo discute. Lo que sí debería encender alarmas es que este operativo pueda ser la antesala de un nuevo capítulo en el que Washington ya no requiera pedir permiso para actuar en territorio mexicano.
La presidenta Claudia Sheinbaum y su equipo parecen dispuestos a celebrar el “éxito conjunto” sin preguntarse cuánto costará en términos de soberanía. Si México no establece límites claros y públicos, el próximo operativo podría no ser en coordinación… sino por imposición. Y entonces, lo que hoy se vende como cooperación, mañana podría figurar en los libros de historia como un episodio de intervención.
Cualquier comentario de esta opinión, diríjala a: [email protected]
El espectáculo político de la semana no fue el traslado de 26 presuntos criminales a Estados Unidos; fue la manera en que se presentó como una “victoria compartida” entre los gobiernos EE.UU. y México.
Los extraditados son figuras que en su momento marcaron con desapariciones, secuestros, extorsiones, lavado de dinero, y asesinatos, una historia oscura que ha seguido causando serios problemas a los gobiernos estatales, los municipios, y a sus respectivas secretarias de seguridad públicas. Largas listas de casos sin resolver en la historia criminal reciente.
Los nombres con más peso que suenan en este cooperación binacional son: Juan Carlos Félix Castelum, El Chavo Félix; Servando Gómez Martínez, La Tuta; y Pablo Edwin Huerta Nuño, El Flaquito. Criminales que entintaron de rojo la tranquilidad de los mexicanos.
La Fiscal General de EE.UU., Pamela Bondi, aprovechó la ocasión para agradecer “la valiente cooperación” mexicana, mientras la Embajada estadounidense en nuestro país elevaba el operativo al nivel de “hito histórico”. Sin embargo, lo que no se subrayó con la misma intensidad fue que, en paralelo, el Departamento de Estado de EE.UU. actualizó su alerta de viaje e introdujo por primera vez el concepto de “violencia terrorista” en referencia a México.
En este nuevo aviso, Washington pide a sus ciudadanos evitar viajar a estados como Michoacán, Sinaloa, Tamaulipas, Zacatecas, Colima y Guerrero, colocándolos en el nivel 4 de riesgo, que es el más alto, bajo la justificación de la presencia de grupos criminales considerados ahora como organizaciones terroristas.
¿Michoacán se ve afectado por esta designación?
El discurso local es otro, aquí se habla de visitar los municipios, presenciar sus tradiciones y gastronomía, si bien los índices delictivos en la entidad se mantienen a la baja, existe el riesgo considerable que turistas venidos de EE.UU, decidan visitar otras entidades con menos riesgos, el arribo de visitantes a Michoacán aumenta en estas fechas, pero los ciudadanos estadounidenses, últimamente hacen caso de las recomendaciones de sus gobiernos, según una encuesta.
La mención de los cárteles a esa categoría, es una llave legal que habilita a Estados Unidos a actuar militarmente fuera de sus fronteras con el argumento de proteger su seguridad nacional. Y la experiencia internacional muestra que, una vez abierta esa puerta, no hay vuelta atrás.
La cooperación contra el crimen organizado es necesaria, nadie lo discute. Lo que sí debería encender alarmas es que este operativo pueda ser la antesala de un nuevo capítulo en el que Washington ya no requiera pedir permiso para actuar en territorio mexicano.
La presidenta Claudia Sheinbaum y su equipo parecen dispuestos a celebrar el “éxito conjunto” sin preguntarse cuánto costará en términos de soberanía. Si México no establece límites claros y públicos, el próximo operativo podría no ser en coordinación… sino por imposición. Y entonces, lo que hoy se vende como cooperación, mañana podría figurar en los libros de historia como un episodio de intervención.
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