El Monstruo de St. Pauli, perturbadora, decadente, y brutalmente real
Fernando Alvarez del Castillo
Para ver esta impresionante película, necesitas un estómago fuerte, una decidida voluntad para aguantar la crudeza con la que se desarrolla la historia, la sorprendente cinta que está apegada a los hechos que se registraron en Hamburgo en el año 1974.
El Monstruo de St. Pauli, o el Gaunte de Oro, como se llamó en Alemania (Der goldene Handschuh), y que fríamente Fatih Akin, su director pudo llevar a la pantalla con los más escalofriantes momentos de un asesino que destazó a sus víctimas dominado por el alcohol.
Fritz Honka, es interpretado magistralmente por el actor Jonas Dassler, que representa a un hombre solitario, perturbado y con una apariencia grotesca que refleja su psicología torcida. Desesperado y lleno de odio hacia sí mismo y al mundo que lo rodea, Honka se sumerge en la sordidez de la noche alemana, atrapado en una vida de pobreza y decadencia.
En El Guante Dorado, un lugar oscuro y tradicional para los alcohólicos, lleno de personajes marginados, alcohólicos y reprimidos, conoce a mujeres mayores y solitarias, a quienes manipula y eventualmente asesina en su pequeño y desordenado apartamento. La película no escatima en mostrar las duras y explícitas realidades de sus crímenes, explorando el abismo de la violencia y el horror.
El director aleman Akin, emplea un estilo visual sombrío y sin concesiones, capturando la atmósfera opresiva y decadente de la época. La cinematografía y los escenarios reproducen fielmente la sordidez de los espacios y la miseria de los personajes.
El Monstruo de St. Pauli no es una película convencional de crímenes; se convierte en un estudio psicológico de un asesino impulsado por una mezcla de odio y deseo insatisfecho. La historia también se adentra en la exploración de las circunstancias sociales que permitieron a Honka actuar impunemente durante años, mostrando la indiferencia hacia las personas marginadas y olvidadas de la sociedad.
La película recibió críticas mixtas debido a su retrato brutal y explícito de la violencia y las escenas desgarradoras. No obstante, destaca por su fidelidad a los hechos y por su crudo análisis de la miseria humana, todo bajo la dirección única de Akin, quien explora el lado más oscuro de la humanidad con una mirada tan impasible como inquietante.
Para ver esta impresionante película, necesitas un estómago fuerte, una decidida voluntad para aguantar la crudeza con la que se desarrolla la historia, la sorprendente cinta que está apegada a los hechos que se registraron en Hamburgo en el año 1974.
El Monstruo de St. Pauli, o el Gaunte de Oro, como se llamó en Alemania (Der goldene Handschuh), y que fríamente Fatih Akin, su director pudo llevar a la pantalla con los más escalofriantes momentos de un asesino que destazó a sus víctimas dominado por el alcohol.
Fritz Honka, es interpretado magistralmente por el actor Jonas Dassler, que representa a un hombre solitario, perturbado y con una apariencia grotesca que refleja su psicología torcida. Desesperado y lleno de odio hacia sí mismo y al mundo que lo rodea, Honka se sumerge en la sordidez de la noche alemana, atrapado en una vida de pobreza y decadencia.
En El Guante Dorado, un lugar oscuro y tradicional para los alcohólicos, lleno de personajes marginados, alcohólicos y reprimidos, conoce a mujeres mayores y solitarias, a quienes manipula y eventualmente asesina en su pequeño y desordenado apartamento. La película no escatima en mostrar las duras y explícitas realidades de sus crímenes, explorando el abismo de la violencia y el horror.
El director aleman Akin, emplea un estilo visual sombrío y sin concesiones, capturando la atmósfera opresiva y decadente de la época. La cinematografía y los escenarios reproducen fielmente la sordidez de los espacios y la miseria de los personajes.
El Monstruo de St. Pauli no es una película convencional de crímenes; se convierte en un estudio psicológico de un asesino impulsado por una mezcla de odio y deseo insatisfecho. La historia también se adentra en la exploración de las circunstancias sociales que permitieron a Honka actuar impunemente durante años, mostrando la indiferencia hacia las personas marginadas y olvidadas de la sociedad.
La película recibió críticas mixtas debido a su retrato brutal y explícito de la violencia y las escenas desgarradoras. No obstante, destaca por su fidelidad a los hechos y por su crudo análisis de la miseria humana, todo bajo la dirección única de Akin, quien explora el lado más oscuro de la humanidad con una mirada tan impasible como inquietante.