El Consejo Nacional de Morena, entre músculo, grillas y sospechas

Este domingo, Morena celebró su Consejo Nacional de Movilización con miras a las elecciones de 2027. A primera vista, fue un evento enfocado en el fortalecimiento institucional, pero en el fondo, también dejó ver las tensiones internas, las apuestas estratégicas y los fantasmas que el partido aún no logra disipar.
La reunión tuvo dos decisiones clave. Crear una comisión evaluadora para nuevas incorporaciones, y reforzar la estructura territorial mediante más de 71 mil comités seccionales. Ambas medidas responden al crecimiento acelerado del partido, que presume tener ya 7 millones de afiliados y la ambición de llegar a 10 millones.
Comparado con los demás partidos, el dato impresiona. Pero como se dijo en el mismo consejo, más afiliados no garantizan más votos. Aun así, sí construyen una base operativa sólida para la movilización electoral.
La creación de una comisión para filtrar perfiles "indeseables" es una medida que suena lógica, pero que también parece tardía. Morena ha abierto la puerta a figuras provenientes de casi todo el espectro político, incluidos muchos que antes criticaba, y ahora parece querer poner orden.
Y la pregunta es: si esto es un intento genuino para blindar la identidad del partido, o sólo un filtro discrecional para excluir a quienes no encajen con Morena.
Mientras se hablaba de músculo territorial y depuración interna, el verdadero escandalo callado vino del regreso de Adán Augusto López. No por su discurso, sino por el contexto. Su aparición llega justo después del escándalo que salpica a su exsecretario de seguridad en Tabasco, Hernán Bermúdez.
El exgobernador evitó hablar del tema, y en su lugar tachó todo de “politiquería”. El apoyo que recibió por parte de algunos militantes con el grito de “¡No estás solo!” ese cántico emblemático del lopezobradorismo durante el desafuero del expresidente Andrés Manuel López Obrador, no fue bien recibido por todos. Algunos dentro del partido consideran inapropiado usar ese símbolo para arropar a figuras que están bajo sospecha.
A la tensión se sumó la ausencia notoria de Ricardo Monreal. Entre rumores de viajes y explicaciones vagas, su falta alimenta la narrativa de que, en Morena, las lealtades se están reacomodando. Lo que queda claro es que, aunque falten dos años para las elecciones, el partido ya vive su propia batalla interna.
El Consejo Nacional mostró a un Morena que se organiza, pero también que se fractura en algunos frentes. Hay estructura, hay fuerza, pero también hay sospechas, divisiones y egos que comienzan a chocar. El partido que llegó al poder como movimiento sigue en transformación, y la gran pregunta es, si el propio movimiento, logrará sobrevivirse a sí mismo.
La reunión tuvo dos decisiones clave. Crear una comisión evaluadora para nuevas incorporaciones, y reforzar la estructura territorial mediante más de 71 mil comités seccionales. Ambas medidas responden al crecimiento acelerado del partido, que presume tener ya 7 millones de afiliados y la ambición de llegar a 10 millones.
Comparado con los demás partidos, el dato impresiona. Pero como se dijo en el mismo consejo, más afiliados no garantizan más votos. Aun así, sí construyen una base operativa sólida para la movilización electoral.
La creación de una comisión para filtrar perfiles "indeseables" es una medida que suena lógica, pero que también parece tardía. Morena ha abierto la puerta a figuras provenientes de casi todo el espectro político, incluidos muchos que antes criticaba, y ahora parece querer poner orden.
Y la pregunta es: si esto es un intento genuino para blindar la identidad del partido, o sólo un filtro discrecional para excluir a quienes no encajen con Morena.
Mientras se hablaba de músculo territorial y depuración interna, el verdadero escandalo callado vino del regreso de Adán Augusto López. No por su discurso, sino por el contexto. Su aparición llega justo después del escándalo que salpica a su exsecretario de seguridad en Tabasco, Hernán Bermúdez.
El exgobernador evitó hablar del tema, y en su lugar tachó todo de “politiquería”. El apoyo que recibió por parte de algunos militantes con el grito de “¡No estás solo!” ese cántico emblemático del lopezobradorismo durante el desafuero del expresidente Andrés Manuel López Obrador, no fue bien recibido por todos. Algunos dentro del partido consideran inapropiado usar ese símbolo para arropar a figuras que están bajo sospecha.
A la tensión se sumó la ausencia notoria de Ricardo Monreal. Entre rumores de viajes y explicaciones vagas, su falta alimenta la narrativa de que, en Morena, las lealtades se están reacomodando. Lo que queda claro es que, aunque falten dos años para las elecciones, el partido ya vive su propia batalla interna.
El Consejo Nacional mostró a un Morena que se organiza, pero también que se fractura en algunos frentes. Hay estructura, hay fuerza, pero también hay sospechas, divisiones y egos que comienzan a chocar. El partido que llegó al poder como movimiento sigue en transformación, y la gran pregunta es, si el propio movimiento, logrará sobrevivirse a sí mismo.